Sanlúcar la Mayor en el Siglo XX

Un estudio de investigación para su conocimiento cultural a través de la memoria oral transmitida por sus pobladores así como las investigaciones de historiadores que aportaron un mayor conocimiento de nuestra cultura y que aportaron un mayor beneficio para Sanlúcar la Mayor.

martes, 28 de septiembre de 2021

El Pozuelo, seguiriyas.Sanlúcar la Mayor.1929


 El Pozuelo, seguiriyas. En un Abanico…Sanlúcar la Mayor.1929
Por Manuel de Solía  (Dibujo de Marín Feria)

El Pozuelo es una Fuente que vive en un viejo valle,
Que nace entre zarzamoras y duerme en los tomillares.
¡Qué agua tan buena, el que sólo la prueba no se condena!
Tus ojitos brillaron como luceros, lo mismito que el agua del arroyuelo.

¡Me conformaba de morir por el rayo de tu mirada!
Al Pozuelo voy niña por agua fresca, que serpea por el caño y cae en la alberca.

¡Cuánto yo diera porque tú en el camino conmigo fueras!
En el cristal de plata brilla la luna, se asemeja a tu cara por su blancura.

¡Que cristalina queda el agua bendita cuando la miras!
Niña si quieres novio ves al Pozuelo, y bebes agua fresca del arroyuelo.

¡Yo la he bebido y por eso a mí novio ya me ha salido!
Cuando vayas al Pozuelo ten cuidado con la cuesta porque puedes resbalar y zambullirte en la alberca.
¡Y es cosa triste que de una pulmonía puedas morirte!

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     Hubo  un tiempo no muy lejano en Sanlúcar la Mayo, que al pasear por los caminos y veredas podíamos tocar las ricas manzanas, amascos, ciruelas, brevas  y otras clases de frutas propias de nuestras ricas huertas, al pasear por estos campos el olor del tomillo y otras hiervas inundaban nuestros olfatos con estos tesoros naturales que al respirar sanaban tu cuerpo.

 
    Lo mismo ocurría con el agua, nuestro rio Guadiamar era el alma del verano, los posos rebosaban de aguas frescas y transparente en cada casa, la fuente y abrevaderos de la corredera calmaba la sed al paso de los animales después de una larga jornada de campo, sus aguas se transportaban en cantaras y botijos para la sed de los jornaleros que de sol a sol soportaban una dura jornada, las mujeres bajaban por aquella costera empinada con sus cantaros y surtirse de los dos chorros de aguas que surtía nuestra fuente del Carmen de los arroyos subterráneos de la que nunca se agotaban.
 
 El Pozuelo, arrollo natural que nació en un viejo valle, en la que sus aguas brotaban como chorros, en la que te inclinabas y al beber notabas su frescura, su aroma a zarzamora y tomillo, parecía bendita pues todos queríamos beber y que sus frescas aguas tocaran nuestra cara y atraparla con nuestros dedos.

 

   Cuantas historias contaban nuestros padres y abuelos del arroyo del pozuelo, tantas, que incluso le dedicaban versos, cantes y poemas como en aquellos tiempos donde la prisa era lenta y se disfrutaba de cada instante, como las seguidillas  de Manuel  de Solía un paisano del 29 con un dibujo de nuestro querido escritor y dibujante Marín Feria de la que ilustra en esta hojilla de aquellos libretos de ferias que refrescaban como abanicos en los calurosos días de nuestra fiesta.

 Que el pozuelo y el abanico sigan refrescándonos nuestra memoria en estos días tan calurosos y que el tiempo no borre nunca nuestros recuerdos.

 
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